Sabemos que tenemos que modificar la situación y, reiteradamente, nos prometemos que lo haremos, sólo para encontrarnos, una y otra vez, burlados y manipulados, como que hemos caído de nuevo en una trampa.
Comenzamos a dudar de nuestra capacidad de mantener la promesa que nos hacemos, y perdemos la confianza en nuestra eficiencia. Nuestra autoestima se va erosionando. Junto con nuestra integridad, perdemos la brújula interior que nos ayuda a determinar cuáles deberían ser nuestros valores y nuestra conducta.
Cuando convivimos con él, el chantaje emocional nos carcome y se expande hasta dañar en lo más hondo la relación en si, y nuestra propia autoestima.
El chantajista actúa, la mayor parte del tiempo con bondad y ternura y sólo ocasionalmente recurre al arma del chantaje. Por eso es que resulta muy difícil detectar la aparición de un esquema manipulatorio en una relación.
¿Cómo saber si alguien está más interesado en ganar la partida que en resolver el problema? Por cierto, no nos lo va a decir. No va a encararnos y decir: “Me importa un bledo lo que tú quieres, solo me interesa imponer mi propia voluntad”.
Si alguien, con toda sinceridad, desea resolver el conflicto con ud. de manera clara y equitativa, hará lo siguiente:
– Le hablará con claridad sobre el conflicto existente
– Averiguará cuáles son los sentimientos y preocupaciones de ud.
– Descubrirá porqué ud. se resiste a sus deseos.
– Aceptará su parte de responsabilidad en el conflicto.
Se puede estar muy enojado con alguien sin por eso maltratarlo y manipularlo emocionalmente. Los desacuerdos, hasta los más intensos, no tienen porqué ser mezclados con insultos o juicios negativos.
En cambio, si el objetivo fundamental de alguien es, simplemente, ganar la partida,
hará lo siguiente:
– Tratará de dominarlo
– Ignorará sus protestas
– Insistirá en que su carácter y sus motivos son superiores a los de usted
– Evitará asumir su parte de responsabilidad en el conflicto surgido entre los dos
Cuando observe que otros tratan de imponer su voluntad independientemente del costo que ello representa para usted, no dude de que se encuentra frente al comportamiento básico de un chantajista emocional.
Al analizar situaciones que podrían estar desembocando en chantaje emocional, siempre formúlese una pregunta: ¿Cuánta flexibilidad tengo y acepto en esta relación?
A medida que el chantaje emocional comienza a infiltrarse, sentimos un importante cambio de clima. Aparece una marcada frialdad,y perdemos gran parte de la flexibilidad que nos permite sortear con serenidad y seguridad los escollos que aparecen en cualquier relación. Cuando esa flexibilidad existe, es muy fácil tomarla como algo natural y restarle importancia.
Todos los días, sin demasiado esfuerzo o trauma, negociamos miles de detalles de nuestra existencia cotidiana.
Ahora bien, si la disposicion para la transacción comienza a desaparecer, el statu quo se convierte en el esquema establecido para el futuro. Es como si no tuviéramos permiso para cambiar o apartarnos de un rol que no siempre nos es cómodo. Estamos congelados.
No hay equilibrio de poder. Mientras que antes no se exigía ningún tipo de “pago” por el amor, el afecto y el respeto, ahora, conservar el amor del chantajista depende cada vez más de hacer lo que él quiere.
El castigador silencioso– No hace falta que el castigador se exprese con fluidez, y ni siquiera que hable, para trasmitir su mensaje. Tanto los que callan ofendidos, como los que se refugian en una ira no verbalizada, dominan el arte de convertir en niños a quienes, en otros aspectos, son adultos responsables. Al maniobrar para evitar su ira, y sus manipulaciones agresivas, nos encontramos de pronto haciendo cosas que nunca hubiéramos considerado posibles. Al violar nuestros propios códigos, se incrementa lo que, de por sí, ya puede constituir una pesada carga de autorreproche, que nace a partir de nuestra incapacidad de hacer frente a nuestro chantajista y resistir sus actitudes.
Para casi todo el mundo, el frío silencio de estos castigadores resulta muy difícil de soportar. El se atrinchera tras una fachada impenetrable y transfiere a otros la responsabilidad por sus propios sentimientos. Nos sentimos conmocionados cuando alguien nos castiga de esa manera. Podemos sentir cómo la ira del otro va creciendo silenciosamente y sabemos que nosotros somos el blanco de ella. Nos encierra en una situación estresante y tensa, por lo que la mayoría de nosotros cede rápidamente, porque es la forma más fácil que encontramos para aliviar esa situación intolerable.
El chantaje puede ir escalando posiciones, por lo que las consecuencias con las que amenaza el castigador pueden ser cada vez más graves: abandono, desamor, etc.
En el fragor del chantaje emocional, enceguecido por la intensidad de sus propias necesidades, el castigador parece olvidar los sentimientos de su víctima y volverse incapaz de analizar su propia conducta. Cree que lo que hace es correcto, y que lo asiste todo el derecho del mundo a exigir lo que exige. Enfrentar a un castigador puede requerir una enorme fortaleza interior, pero no es imposible. Es cuestión de decir, y demostrar, que uno no seguirá aceptando el chantaje.
El autocastigador– Este es un individuo excesivamente necesitado de afecto, muy dependiente, que no asume su responsabilidad por su propia vida. Todas sus dificultades, reales o imaginarias, son culpa del otro. Mientras que el castigador convierte a su víctima en un niño dependiente, el autocastigador pone a su víctima en el papel de adulto protector…el único adulto en la relación. Somos quienes los pueden salvar de ellos mismos, rescatarlos de su desvalidez y proteger su fragilidad.
No existen fronteras demarcadas claramente entre los distintos tipos de chantaje, y muchos chantajistas combinan o utilizan más de un tipo.
Todos sentimos una serie de grandes y pequeños miedos. Todos tenemos obligaciones y responsabilidades, y todos vivimos con una cierta cuota de culpa. Estas emociones son inherentes a la vida, y por lo general aprendemos a vivir con ellas sin que nos abrumen o nos paralicen. Pero el chantajista sube el volumen de estos sentimientos, aturdiéndonos hasta que nos sentimos tan incómodos que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa –incluso en contra de nuestros propios intereses- con tal de bajar esas emociones a un nivel más tolerable. Las tácticas a las que recurren para inducir nuestra obnubilación generan respuestas casi tan automáticas como taparse los oídos cuando resuena el estridente sonido de una sirena. En lugar de pensar, reaccionamos. Y en ese espontáneo reaccionar nuestro reside la clave de la eficacia del chantaje emocional.
Cuando el chantajista nos presiona, entre el malestar que nos produce esa presión y nuestra conducta para aliviarlo, no hay prácticamente espacio para la reflexión.
El chantajista emocional construye su estrategia consciente e inconsciente en base a la información que nosotros le suministramos acerca de lo que nos causa miedo, nos genera obligación o culpa.
Hace varios años, yo vivia en una población costera en la cual, varias veces al año, la niebla viene del mar y se instala en el lugar hasta el otro día. Cierta noche, ya muy tarde, al volver del trabajo, la niebla estaba más densa que de costumbre y conduje mi automóvil hacia mi casa haciendo grandes esfuerzos para ver aunque fuera a un metro de distancia. Me sentí muy aliviada cuando llegué a mi calle y encontré la entrada a mi casa, pero también muy confundida al darme cuenta de que no podía abrir la puerta del garaje. Cuando me bajé del coche para ver qué pasaba, resultó que me encontraba frente al garaje de la casa de al lado. La niebla había impedido que me diera cuenta de mi error.
Lo que me ocurrió esa noche es exactamente lo que nos sucede cuando estamos envueltos en la niebla del chantaje emocional. Por más que nuestro rumbo sea el correcto, la niebla que el chantajista emocional crea a nuestro alrededor nos desorienta en medio de las situaciones y relaciones más familiares. Distorsiona nuestra perspectiva, desfigura nuestra historia personal, y encandila nuestra visión de lo que ocurre en torno. Las situaciones eluden el proceso intelectual y desencadenan, directamente, nuestros reflejos emocionales.
¿Cómo hacen los chantajistas para crear esa niebla que envuelve nuestra relación con ellos?
– La tergiversación- El chantajista ve nuestros conflictos como un reflejo de lo equivocados y desubicados que estamos, a la vez que se describe a sí mismo como comprensivo y bienintencionado. Para decirlo de forma más directa: nosotros somos los malos de la película, y ellos son los héroes.
Esto es lo que se llama “tergiversación”: el chantajista es un maestro en eso de aparecer como un santo con nobles motivaciones, y al mismo tiempo, mostrar a su víctima como motivada, en el mejor de los casos, por intenciones y actitudes dudosas. El chantajista nos hace saber que es él quien debería ganar siempre porque lo que él quiere es más adecuado, más amplio o más maduro. Es lo mejor.
Al mismo tiempo nos tildan de egoístas, malos, inmaduros, desagradecidos o débiles de carácter. Cualquier resistencia de nuestra parte es transformada, y en lugar de ser expresión de nuestras necesidades, pasa a ser una evidencia de nuestras fallas. Cuando ese tipo de manipulación es eficaz, nos confunde respecto a qué puede ser enfermizo o saludable, y hace que nos cuestionemos lo que sucede entre el chantajista y nosotros.
Caemos en esa trampa porque queremos confiar en ellos, queremos que tengan razón y sean buenos, y no deseamos calificarlos de insensibles, malos o despóticos.
-Cuando nos convierten en “malos”.
Quienes utilizan esa arma contra nosotros, pueden anular nuestra seguridad interior y nuestro aplomo muy rápidamente, ya que nos convierten en “malos”.
“Me has herido”. “Me has desilusionado”.
-Patologización
Algunos chantajistas dicen que nos resistimos a sus exigencias, sólo porque estamos enfermos o locos. Así nos califican de histéricos, neuróticos, perversos, o discapacitados emocionales. Dado que este tipo de experiencia puede llegar a aniquilar nuestra sensación de identidad y nuestra autoconfianza, es una herramienta particularmente tóxica…y eficaz. La patologización se hace presente en una relación cuando una persona desea mayor entrega de parte de la otra, más tiempo, más compromiso, y cuando no la obtiene, intenta lograrla cuestionando la capacidad de amar de la otra. La patologización es particularmente persuasiva cuando proviene de una figura de autoridad como un médico, un profesor, un psicólogo, o un abogado. Con una actitud muy arrogante, algunas personas quieren demostrar que nadie puede cuestionar su posición. Nos dicen que velan por nuestros intereses y que negarnos equivale a demostrar cuán obstinados e inseguros somos. Son ellos los expertos, aún cuando se trate del conocimiento más profundo de nosotros mismos, y no se nos permite cuestionar sus consejos o interpretaciones.
-Buscando aliados
Cuando los intentos de chantaje de tipo individual no surten efecto, muchos chantajistas emocionales piden ayuda, involucrando a otras personas- parientes, amigos- que los ayude a defender su causa. Suelen recurrir a personas de las que saben que la víctima respeta y aprecia, y ante un frente tan compacto, la víctima termina por sentirse indefensa.
– Cuando se recurre a una instancia superior: “Mi analista dice que tu actitud es muy agresiva”
“ En un curso que hice me dijeron que…” “Leí un artículo que decía…”
El chantajista recurre a una increíble variedad de fuentes- citas, comentarios, enseñanzas, escritos- e insistirá en convencernos de que hay una sola verdad: la que ellos postulan.
-Comparaciones negativas: “Si tú fueras como fulano” El chantajista nos presenta como modelo a otra persona, quien constituye el ideal inmaculado frente al cual resaltan nuestras falencias.
DISCULPEN, PERO LLEGUE A ESTA PAGINA BUSCANDO INFORMACION SOBRE EL CHANTAJE EMOCIONAL, ME SIENTO VICTIMA DE ESTO, DE PARTE DE MI ESPOSO, Y LA VERDAD NO SE QUE HACER.
LA VERDAD, EL TIENE LAS CARACTERISTICAS DE LO ESCRITO LINEAS ARRIBA. POR FAVOR QUIERO LIBERARME. AYUDENME.
QUE PUEDO HACER FRENTE A ESTO? YO ESTOY PENSANDO SEPARARME DESPUES DE 22 AÑOS DE MATRIMONIO, PORQUE YA NO PUEDO MAS.
Hola Pilar,
Lamento mucho que estes siendo víctima de chantaje emocional, sé que debe ser díficil para ti estos momentos, pero debes ser fuerte y seguir adelante.
Debes buscar ayuda profesional, ya sea de un psícologo o algún especialista en la materia. Creo que esta es la única manera de poder salir adelante.
Te deseo mucha suerte y espero que encuentres la ayuda que necesitas.
Abrazos.
Hola:
Yo viví lo que cuentas exactamente tal cual por parte de mi jefa. Ella comenzó criticandome cada cosa que hacía, y aunque yo mejoraba para ella estaba mal. Cada rato me decía «no sirves para aquí, buscaré a alguien más». Me convencí que la tonta, inútil y poco interesada en el trabajo era yo y que ella era inteligente y perfecta. Pero por más que mejoraba las cosas, hacía lo que ella me pedía o sugería, ella decía «que flojare me das» con su actitud. Cuando le dije lo que pensaba me corrió del trabajo argumentando que yo no estaba a gusto ahí, que era una chismosa y que lo mejor era irme. Ni siquiera me dejó hablar o dar mi punto de vista: «solo firmale y punto». Triste final, pero me voy convencida que fui víctima de chantaje emocional y mobbing laboral.
Gracias por tu artículo
Hola,
LLevo 7 años sufriendo esto y lo peor mi nena también, he ido bastantes veces a la guardica civil, a proteccion de menores, a mujer y al final parece ser que en el 016 te dan algo de luz y tlfon donde puedes acudir.Para denunciar Capitan Haya,66 en el Juzgado de Familia. Pero si quieres abogado tienes que pasar primero por servicios sociales de tu comunidad. Hay dos trabajadoras sociales una es la de absentismo escolar esta en el Ayuntamiento y orta que esta en los S.Sociales.
Estamos sufriendo mucho con este señor y su novia, todo se cumple es increibel, veo que esta enfermo.